Los alquimistas de las Puertas de Zharr por Rakhot

Personajes

  • 1x Azzakán, el Esclavista Oscuro (Héroe Enano del Caos) (General)
    • Armadura pesada, arma de mano y escudo hechizado
    • Gema Negra de Gnar …109 puntos
  • 1x Ur-hazk, Orador de Hashut (Brujo Enano del Caos) (Nivel 1)
    • 2 x pergamino …115 puntos
  • 1x Kazán, el Tuerto (Comandante Enano del Caos)
    • Armadura de Lava y escudo
    • Martillo Negro de Hashut
  • Gran Tauro …443 puntos
  • 1x Bahmüt, Protector de las Fauces de Hashut (Héroe Centauro)
    • Estandarte de batalla
    • Armadura de Gazrakh y arma a dos manos …159 puntos

Tropas

  • 20 x Guerreros de Obsidiana (Guerreros Enanos del Caos)
    • Armadura pesada, arma de mano y escudo.
    • Estandarte de guerra …215 puntos
  • 15 x Guardianes del templo (Guerreros Enanos del Caos)
    • Armadura pesada, arma de mano y trabuco …180 puntos.
  • 15 x Guardianes de la Torre de Zharr (Guerreros Enanos del Caos)
    • Armadura pesada, arma de mano y trabuco …180 puntos.

Esclavos

  • 32 x Esclavos gladiadores (Hobgoblins)
    • Armadura ligera, escudo y arma de mano …80 puntos

Máquinas de guerra

Tren de artillería de Las Puertas de Zharr

  • 8 x Cañón ligero (lanzavirotes hobgoblin) …30 puntos x 8 = 240 puntos
  • Terremoto (Cañón Estremecedor) …110 puntos
  • Tembleque (Cañón Estremecedor) …110 puntos

Kazán, también llamado el Tuerto, gran esclavista de las Puertas de Zharr y orador de Hashut

Kazán El Tuerto chasqueó la lengua con cierto disgusto. Era cierto que últimamente las tropas de la ciudadela no habían realizado ninguna incursión en busca de esclavo alguno, pero eso no era excusa para que Fremmik El Basalto le asignase este mes tan sólo once nuevos esclavos. ¿Pero qué creían que podía hacer con tan sólo once nuevos pares de manos?

Mientras paseaba por la polvorienta galería observó los robustos contrafuertes que sostenían aquel estrecho túnel de la galería. Aquel era un trabajo bien hecho, era un trabajo cuyo resultado perduraría durante muchas generaciones. Así era como él hacía siempre su trabajo; sencillo, eficiente y resistente. Pero para poder concluir completamente aquella angosta galería era necesaria la presencia de robustas manos que sostuviesen los picos que bajo su tenaz liderazgo diesen forma a la roca hasta convertirla en aquello que quería. Gracias a su amplia experiencia como capataz esclavista sabía que para poder concluir las obras en el plazo previsto tendría que doblar los turnos de los esclavos, eso supondría que más de la mitad de los que aún le quedaban morirían exhaustos antes de acabar el mes, con la terrible consecuencia de que el trabajo iría más lento desde el momento en que cada hombre fuese cayendo. Para evitarlo había pedido a Fremmik El Basalto que le asignase un par de docenas más de esclavos que sirviesen para sustituir a las pérdidas que estaba teniendo.

Poco a poco fue dejando atrás en su marcha por la galería innumerables salas y pasillos hasta que de pronto dejaron de existir corredores a ambos lados del túnel. Casi sin darse cuenta la inclinación de la galería se volvió más pronunciada, eso era síntoma de que ya estaba cerca de la superficie. Tenía que hablar con Fremmik antes de acabar el día, realmente necesitaba más esclavos. En un gesto reflejo acarició con su mano derecha el látigo de piel humana curtida que reposaba en su cinturón, estaba bien engrasado, era necesario para mantenerlo en óptimas condiciones después de desollar las espaldas de todos esos gandules.

Ya veía la luz del sol al final del túnel. Una macabra idea que le cruzó por la mente le hizo sonreír con cierta agresividad, si Fremmik se oponía a entregarle los esclavos que quería él mismo le desollaría con su látigo. Aunque el Basalto estaba ahora al mando del reparto de esclavos en el distrito sur de la Torre, él era uno de los esclavistas más viejos y más favorecidos por Hasmut, de forma que si ese jovenzuelo que no llegaba ni a los ciento cincuenta años se atrevía de nuevo a ignorar su petición, todos serían testigos de que nadie salvo los propios sacerdotes de Hasmut tenían derecho alguno a desobedecerle.

La luz le hizo encogerse al llegar a la entrada del túnel, casi no podía abrir los ojos, pero sabía que era normal ya que llevaba varias semanas bajo tierra. Cuando sus ojos se acostumbraron al cambio de intensidad avanzó entre los nuevos talleres que se estaban construyendo. A su paso por las distintas callejuelas todos los esclavos que estaban trabajando en los talleres o construyendo cualquier edificación quedaban momentáneamente aturdidos al verle, y eso le hizo sonreír aún más. Sabía que él era como una leyenda oscura entre los esclavos y que el parche en su ojo derecho y su látigo rojo además de su imponente figura le hacían de él un esclavista inconfundible. Algunos incluso hacían amagos de querer salir huyendo y a duras penas contenían su instinto. Todos sabían que esclavo que caía en su compañía, esclavo que moría de agotamiento tras un periodo muy largo de sufrimiento… por eso no le extrañaba que algunos le llamasen entre susurros Kazán El Verdugo en lugar de El Tuerto.

Al salir de una estrecha callejuela y converger en una pequeña plaza vio a su objetivo. Rodeado de esclavos y con un par de guardias fuertemente armados se encontraba el propio Fremmik. Éste estaba ojeando algunos planos y pergaminos mientras increpaba a uno de los esclavos con voz contrariada.
―¡Miserable, te dije que le informases al maestro Davur que este mes no recibiría más esclavos. Ya ha tenido suficientes por ahora! ¡No te dije nada de que esperases a que te mandase una respuesta de protesta! ―con parsimonia giró el rostro hacia uno de sus guardianes mientras rompía la nota que tenía entre las manos, una sádica sonrisa apareció en sus labios y eso era más de lo que Kazán estaba dispuesto a ver de ese jovencito engreído― Llévate a esta escoria y que le desollen vivo en la plaza de Munst-tuk. Que todos lo vean, no quiero que nadie vuelva a…

Ante la atenta y asustada concurrencia la punta del látigo de Kazán se enrolló en el cuello del distraído enano. Éste se llevó las fuertes manos a la garganta tratando de respirar pero el viejo enano tuerto fue aún más rápido que él y de un fuerte e inesperado tirón de muñeca le partió el gaznate antes de que ninguno de los presentes pudiese decir nada. Su cuerpo sin vida cayó inerte al suelo mientras los espectadores retrocedían varios pasos asustados.
―¡Fremmik! ―murmuró con ira mientras acariciaba su látigo con su mano derecha y se acercaba al cuerpo― Eras demasiado joven y demasiado idiota para tu puesto ―alzó la mirada hacia los dos guardias armados que no se habían atrevido a decir nada y que al igual que los esclavos habían retrocedido algunos pasos― Y bien, ¿Dónde están los esclavos que me hacen falta?
Uno de ellos abrió la boca sin atreverse a decir nada, el otro se aventuró a contestar algo compungido:
―Señor, yo mismo me encargaré de que hoy mismo tengáis los esclavos que necesitáis…
―Bien, bien, bien, eso está mucho mejor. ―Kazán El Tuerto sonrió divertido mientras giraba sobre sus talones y comenzaba a marcharse― Creo que acabas de ascender jovencito, no creo que nadie se opondrá a que ocupes el puesto de Fremmik, pero ya sabes a quién le deberás ese favor…

Pero lo que ese jovencito no sabía era que deberle un favor a Kazán era aún peor que deberle tu alma al diablo…