Testimonio grabado en antiquísima tablilla de arcilla, hallada entre legajos y manuscritos polvorientos en la biblioteca de la sacrosanta ciudad de Magrita. De procedencia ignota hasta la fecha.
Cuando no es alto el lamento del esclavo, cuando no son negras las columnas de humo que van al cielo, cuando el gran disco de fuego acecha con sus luces hirientes, el Sumo Sacerdote calla y observa. Y los hijos de Hashut aguardan en silencio, mientras los pétreos monarcas contemplan el infinito desde la excelsa.
Sabios sacerdotes han viajado a las montañas y han consultado las estrellas.
Viejas brujas han cogido el puñal y han consultado las entrañas.
Así, al dormir, ha sabido el Sumo Sacerdote de Luliluma XXIII y de su obra perversa.
Ha sabido que Luliluma XXIII, siglos atrás, enojó al Padre y a sus hijos.
Ha sabido que Luliluma XXIII, siglos atrás, escuchó el rugido del Padre y el odio en boca de sus hijos. Y se estremeció. Y enloqueció. Y murió en lenta agonía.
Así, al dormir, ha sabido el Sumo Sacerdote que la sombra maligna de Luliluma XXIII es maleficio puro y que es su maleficio el que arruinará nuestras cosechas; es su maleficio el que traerá fetos deformes a nuestros hogares; es su maleficio el que incitará a los vientos más feroces contra nuestro cielo; es su maleficio el que engordará a la horda salvaje en la montaña; es su maleficio el que perturbará el sueño del Padre.
Y ha hablado en voz alta.
Y ha dicho que es el Padre quien ha de llevarse lejos la sombra maligna de Luliluma XXIII. Y ha dicho que fue Tzeherak IX, el cruel, quien enseñó (a los hijos de Hashut) el modo en que debíamos satisfacer al Padre. Y ha dicho, a fin de cuentas, que la inmolación ha de perpetuarse frente a la efigie terrible del Padre.
Todo esto y mucho más es lo que ha dicho el Sumo Sacerdote.
Así es como los portadores de la maza han mandado reunir sus huestes.
Es así como yo, Nasirnapal, hijo de Attaru-Ennu, he llamado a mis huestes. Es así como yo, Nasirnapal, hijo de Attaru-Ennu, he hablado a las puertas de mi palacio.
Es así como yo, Nasirnapal, hijo de Attaru-Ennu, he llevado mi voz, de la suave brisa prendida, más allá de los límites de mi hacienda.
(Pero) Indolente ha de ser aquél (gobernador) que se muestra, día y noche, dichoso.
(Pero) Indolente se muestra aquél (gobernador) que, noche y día, yace entre mujeres desprendidas, aquél que placentero dormita entre sedas e inciensos, aquél que goza de sabrosos manjares y licores embriagadores.
(Pero) Indolente es aquél (gobernador) que, día y noche, ignora la palabra sagrada.
Y el Padre lo ha ordenado.
Y el Sumo Sacerdote lo ha dispuesto.
Y yo represento.
Yo, Nasirnapal, que comprendo la perfección del todo, he empuñado la maza.
Yo, Nasirnapal, que aprecio la belleza en el orden en el que las cosas están dispuestas, he irrumpido con arrojo en la cámara de aquél (gobernador) que, noche y día, ignora la palabra sagrada.
Porque el Padre lo ha ordenado.
Porque el Sumo Sacerdote lo ha ordenado.
Porque yo represento.
Yo, Nasirnapal, que conozco el Código y amo la Ley, he derramado la sangre de aquél (gobernador); yo, Nasirnapal, he tomado a sus mujeres desprendidas; yo, Nasirnapal, he regalado sus sedas y sus inciensos entre los parias; yo, Nasirnapal, he dado sus manjares y licores a los perros.
Tal que así, yo, Nasirnapal, me he proclamado gobernador de la novena provincia del reino del Padre. Y he dispuesto que de cada hogar sean traídos los varones primogénitos; sea la mitad de éstos provista de excelentes trabucos y del suficiente polvo negro; sea la otra mitad provista de formidables hachas de batalla. Y, de entre la guardia palaciega, he ordenado oficiales a los más distinguidos, portadores de iconos a los más tenaces y músicos a los más aguerridos.
Tal que así, yo, Nasirnapal, he condecorado a Absu, mi más fiel compañero, con el honor de portar en batalla la bandera de la novena provincia del reino del Padre. Y he pedido el consejo cercano a Ennuna-Enlil, hijo de Attaru-Ennu, máxima autoridad sacerdotal (de la provincia). Y he mandado de las murallas sacar los ingenios más destructivos y los he dotado de recias ruedas para el viaje.
Tal que así, yo, Nasirnapal, he establecido sólida alianza con la progenie de Uzkhur, el Sumo Sacerdote Sabio. Y he hablado a los que moran la estepa a lomos de bestias salvajes y han acatado mis ordenanzas.
Tal que así, yo, Nasirnapal, he redimido de las minas y de los hornos a gran parte de los viles esclavos que en ellos perecen. Y he armado a tres cuartas partes con viejas dagas y peores espadas; con rudimentarios arcos al resto.
De tal modo ha sucedido. Tal ha sido la presteza.
Pues pronta está la partida lejos del hogar, pronta está la gloria y el buen nombre de mi casa que, del caos, han de salvaguardar a los habitantes de la novena provincia del reino del Padre.
Yo, Nasirnapal, hijo de Attaru-Ennu, seré quien al Padre ofrende cientos y cientos de esclavos a la vuelta de este largo viaje. Pues es el Padre quien ha de llevarse lejos la sombra maligna de Luliluma XXIII.
El Padre lo ha ordenado.
El Sumo Sacerdote lo ha dispuesto.
Yo represento.
Así escrito por el escriba Golab. Mes XI, día 23.
Año que sigue al (año llamado:) «Se vertió el aceite negro en la piedra y en el océano con impunidad».