Los hijos de Hashut de Golab

Soldado hijo de Hashut

Propuesta de soldado raso de época (más o menos) moderna: túnica blanca (sencilla) y cuero en guantes y botas. Los metales plateados, pues se tiene por arcaico (superado) el bronce. La hoja del hacha, sucia (acaso de sangre enemiga). Sin luces en la barba por no avejentar al soldado que se presume adulto (en plenitud). Y sin dorados en los relieves del casco o el hacha, que están los hijos de Hashut en guerra con el sol y todo lo que éste representa:

Así, Tzeherak, el glorioso, desde lo más alto de su palacio, al gran disco de fuego que iracundo inundaba la bóveda celeste con su luz horrible le declaró la guerra.

Corónica de los hijos de Hashut, versículo 60.

Hijo del Sol

Los hijos del Sol, al contrario que el resto de los hijos de Hashut, adoran «al gran disco de fuego que iracundo inundaba la bóveda celeste con su luz horrible». Es por ello que emplean el dorado en los relieves de casco, hombreras y hacha (sin reserva, ni miramiento). Los hijos del Sol, como cabe imaginar, constituyen una herejía debidamente perseguida y exterminada —en la medida de lo posible— por el culto oficial. Por lo demás: una piel más clara (otra probatura) contrasta más (si cabe) con la barba negra (sin luces). Más negra, más vigor —entiendo—. El cuero de guantes y botas (en los nudillos, en la punta) aparece gastado y la hoja del hacha más limpia. En cualquier caso, en tanto que más limpio y luminoso, puede tenerse, si se quiere, a este modelo por oficial del anterior.

Carne blanca

«Carne blanca» es el nombre con el que se conoció a la secta herética que asoló y aterró la cuarta provincia del reino del Padre en tiempos de guerra contra la horda bárbara. El testimonio que nos ofrece la Epopeya de Nasirnapal, en algunos de los pasajes de Aquel que vio el abismo, relata el encuentro y trato del héroe hashurita con algunos de sus acólitos: según explica, eran todos antiguos guerreros en senectud que abrazaron (para escándalo del Sumo Sacerdote) muchas de las enseñanzas de Tzeherak IX, el cruel. Describe el bronce («arcaizante») de sus armaduras, bronce bruñido (al parecer) para sus actos ceremoniales, amén del blanco de sus túnicas (también «arcaizantes», en tanto que carecían de mangas). En fin, conste en acta que, aún hoy día, el Sumo Sacerdote persigue a quienes obran a la manera de Tzeherak IX:

Y, tras largas jornadas de contemplación, bebió del cáliz [aún caliente], tomó sus baños [aún caliente], comió la carne [aún caliente].

Todos [nuestros ancestros] callaron [repugnados].

Corónica de los hijos de Hashut, versículos 209-210.

Legionario

Legionario y veterano: la tez del rostro tostada al sol. Los ojos hundidos –heridos– y la barba, más que blanquecina, polvorienta de tanto deambular por llanuras y desiertos (lejos del hogar). El bronce de su armadura, así como los relieves en dorados, anuncia una procedencia pretérita (época remota), quizás del tiempo de los sacerdotes:

Y los reyes mataron a los reyes, mientras los sacerdotes comprendían al Padre.

Corónica de los hijos de Hashut, versículo 28.